 
 sábado 13 septiembre 2025
•5 min read
 
 TEMAS DE MEDITACION
La conformidad del hombre con el ambiente que le rodea tiene dos fuentes o causas principales: la que proviene de la percepción de sus sentidos físicos, y la que es originada por razones internas, como el sentimiento del deber, algún otro principio, o una idea preconcebida como la táctica política, o bien como un método yoga para poner a prueba el ánimo y robustecer la voluntad.
Cuando nuestra conformidad se pone a tono con el ambiente por causa de nuestra percepción, lo hace por un impulso que le llega de afuera. Un bello jardín, una habitación lujosa y cómoda, una reunión de gente selecta, un local de trabajo agradable, nos conforma y deleita porque tenemos una percepción grata del ambiente que aceptamos de buen grado; y esta aceptación es, precisamente, lo que llamamos conformidad.
Pero esa conformidad que viene de nuestro fuero interno, no es igual a la ya descrita, porque obedece a una razón superior que se impone al ambiente mismo y nos obliga a permanecer en él, aunque no lo aceptemos de buen grado y aunque repugne a nuestra inteligencia. Y nuestro ánimo se ciñe a ese marco desagradable, sin rebeldía y sin esfuerzo, feliz de estar en él, vibrando en una dicha más elevada que la que proporciona el deleite de los sentidos. Y así un héroe bien puede detestar el ambiente de guerra, y odiar el aspecto repugnante de la pólvora y la sangre, y olvidarse de ello en virtud del impulso que le viene de adentro de servir a su patria y de superarse como el que más por su apego a los principios cívicos que sublimizan su condición de ciudadano. Y así el médico y la enfermera, y el Jefe de un centro penal, y el ingeniero agrónomo de casco blanco y camisa de mangas cortas que se interna en la jungla, hundiendo sus pasos en el suampo, entre una nube de mosquitos y bajo el bochorno del sol... Felices todos, de esa felicidad que no es la del confort del cuerpo, sino de la esperanza del alma, del orgullo del alma, de la convicción del alma, de poder transmutar, como el médico y la enfermera, en sonrisa de alivio el dolor ajeno; de poder encausar el crimen, como el Jefe del centro penal, dentro de los postulados de la ley; y de poder transformar la selva hostil, como el ingeniero agrónomo, en parcelas pródigas y ciudades hospitalarias...
Nuestros Probacionarios y Proveedores no están obligados a conformarse con un mal ambiente de trabajo, si no es mediante el impulso de su cuerpo búdico que desde su fuero interno les debe dar fuerza y aún dicha de permanecer en un ambiente que repugna a sus ojos. Obligarlos a que les guste eso, por percepción de los sentidos, sería deformarles el gusto, estropear y corromper su sensibilidad espiritual, y hacerles comulgar con hostias venenosas.
No aceptes el mal ambiente ¡Oh, hermano y discípulo! para que no lo asimiles; sírvelo solamente, colocando tu ánimo a la altura de tus propósitos misioneros. Disimúlalo, como disimula un mal carácter nuestra inteligencia, y los malos olores nuestro olfato.
Cuando por amor extirpamos el pus, desecamos la charca inmunda y asecamos a nuestra anciana madre, a nuestra esposa, a nuestros hijos, y aún al prójimo impodido que no puede valerse por sí mismo, entonces todo nuestro sér huele por dentro, todo nuestro YO perfuma más que todas las rosas del mundo, y su hálito llena los cielos, porque ese perfume es el del ángel, porque ese es el olor de la santidad!