Seguir los pasos del Señor

Casi todo el mundo se conforma solamente con ser solo católicos o protestantes; pero son muy pocas las personas que quieren seguir los pasos del Señor en forma decidida, debido a que son gentes que todavía están viviendo la vida del cuerpo, esclavos de las exigencias de la carne, es decir, de nuestras necesidades más perentorias, condenados a comer, dormir, crecer y reproducirse, como las amebas, sin ningún incentivo más que libere sus almas de la rutina de la prosa y la vida diaria.

Cosa bien triste, por cierto, porque vivir de ese modo, francamente, no es vivir, ¡sino vegetar! Como las piedras y los árboles, pasan los años y siempre están en el mismo lugar. Y uno debe de ser como el agua que avanza, como el rio que corre, y no como las aguas inmóviles, estancadas, que a la larga se vuelven amargas y venenosas.

Napoleon Tercero Amador.